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11.6.07

EL MAR(Veracruz, nov.2005)



Para el Dr. Daniel Gerber y para el Sr. Palomar

Figura 1: UN HOGAR

En la playa, frente al mar, el viento del norte levanta arena, lluvia y agua salada contra los pocos bañistas y surfistas. ¿Por qué algunos humanos necesitan de la cercanía del mar?

Por supuesto, están las razones comerciales, de sobrevivencia de la especie, del mercadeo internacional. También el mar es parte de los deseos turísticos, aunque no todos están a favor de portar arena en el calzón o de los mosquitos a 40 húmedos grados.

Sin embargo, hay personas que deciden vivir cerca del mar, echar raíces cerca del puerto. Y me lo han dicho: “aquí faltan cosas, pero no podría vivir lejos del mar”.
¿Qué les dice esa masa salada? ¿Es algo tan poderoso que les enseña a vivir de modo que ellos se sientan completos? ¿Es algo tan fuerte e impredecible que se convierte en un símbolo incuestionable? Pero, este símbolo, ¿no es más bien una suma de percepciones que bajo su sistema nos muestra y nos arrastra a detallarlas y amarlas? Una frase que en otro día me parecía un tanto boba hoy me parece llena de intersticios de significado: “El mar no me da miedo pero le tengo respeto”.


Figura 2: UN PADRE

El argumento parece claro. Se puede temer o respetar al más fuerte. Si sigo las reglas del fuerte, no hay nada que temer. Basta con respetar. En esa consciencia de autoridad, puedo hacer lo me venga en gana y aprender un montón de cosas: nadar, deslizarme en una tabla, navegar en cien clases de barcos, pescar, llegar a otras tierras, cultivar ostras, generar energía, procesar agua, vender cocos, hacer esculturas, pasear mis perros, curarme el asma, aligerar mi corazón.

Legión de enseñanzas nos damos respetando al mar. Seguro, algunos van más allá. Cruzada solitaria del Atlántico, buceo en apnea, pesca mercenaria de cangrejos. Más temeridad que respeto. El maestro es desafiado, cuestionado, minimizado. El temerario le increpa: “Soy más que el humano que te acepta con actos respetuosos, no temo morir en el intento que mostrará que no eres sino agua salada movida por el viento”. Muchos mueren, en su intento de arrancar la lección magistral que el mar calla, porque ésta no se transmite, sino que se experimenta con todos sus riesgos.




Ximena Berecoechea, de la serie "Animal", 1999.



Figura 3: UNA MADRE

Los más sedentarios no se aventuran. Ello no impide que paseen en la playa, tratando de alargar su vista al horizonte siempre indefinido. Sus ojos ven la desnudez de la playa pero sus mentes están llenas de navíos que zarpan y vuelven. ¡Cuánta información, cuánto tiempo, cuántos espacios creados gracias a esta disposición acuática! Esta es la pantalla más grande del mundo, dónde proyectamos las más retraídas imágenes, los más inesperados ciclos del cine en la memoria de cada sedentario. Tenemos mil mareas distintas, gracias a nuestros sistemas de representación y comunicación. Todos hemos visto una foto del mar. Pero todos vemos en la foto a un mar distinto.

El mar es muy paciente. Olas tras olas, el flujo y movimiento no cesa. De vez en cuando se arroja tierra adentro, pero no tarda en regresar al valle. Ola tras ola. El humano construye alrededor, es testigo de los gestos perennes pero nunca iguales. Ola tras ola, ninguna es igual a la anterior. Si una ola destruye, el humano se ve en la situación más difícil para su orgullo: ser solidario, ayudar en la desgracia, construir de la nada, aceptar auxilio, poner lo humano sobre lo material. Los discursos bonitos no quitan la penuria de ciertos saberes estremecedores. El discurso enseña a conservar la tranquilidad y la paz social. El mar enseña a recuperar la tranquilidad y la confianza en sí mismo.


Figura 4: PULSION Y MALESTAR CULTURAL

El salvavidas, desde lo alto de su torre, se pregunta bajo que hechizo llegamos a una cultura tan ilógica. Siendo lógico, él afirma:

1. Mi trabajo me lo procuran personas que insisten en desconocer sus límites personales, al menos con respecto a la natación y el comportamiento de fluidos.

2. Si te empapas de agua o aceite lo más probable es que se te adhiera arena, entonces no hay motivo para irritarse tanto.

3. No por tomar cerveza flotarás como espuma en el mar. No por comer como ballena lograrás tomar aire para 10 minutos bajo el agua.

4. Entre más famosa es una playa menos espacio puedes esperar en ella.

5. Si te caíste de la moto de agua es porque nunca entrenas en la banana.

6. Los spring breakers desaparecerían sí fuéramos más nudistas en las ciudades.

7. Mi trabajo irá desapareciendo con el creciente uso de implantes cosméticos que flotan y celulares a prueba de agua. Mensaje recibido: “Me estoy ahogando cerca del pelícano. Mándame el labrador del tío Daniel.”

19.3.07

Recuerdo blanquecino

Escapando de un arenoso dormir, mi lengua me despierta. Cerveza, quesadillas de pescado y yacer al sol hacen de mí un camarón hervido y pelado, cuya memoria va perdiendo el recuerdo de lo soñado. ¿Eluba?
Trabajosamente separo los párpados. Permanezco quieto, frente a la bahía, los anfibios juegan, repitiendo sus mejores actos. En las alturas, una rana paracaídas; sobre el agua, flota un sapo casi blanco, más bien blanquecino. ¿Váluma?
Mi lengua comienza a relajarse. Tenues olas alcanzan a mojar mis quemados pies. Roto mis globos oculares. Veo legiones de leones y elefantes marinos, proclives al apareamiento, ostentando coloraciones, formaciones de grasa y arena, excrecencias exóticas. ¿Honulaga? ¿Ulga?
Devuelvo mis ojos a la bahía. En la superficie ondula con vigor un delfín amarillo con acentos negros. Mi lengua saliva un poco para conservarse fresca. Me parece agradable, un delfín. En el aleta dorsal, una mano. Un cuerpo, blanco como el de un albatros albino, se deja llevar. El delfín incrementa su fuerza, el pasajero se desprende y su planeo acuático termina en una pirueta. La figura baila hacia la caída con una gracia inesperada. Trago saliva. Las ranas aplauden, los leones y elefantes envidian. El delfín se sumerge.
Cierro los ojos. Trato de recordar ese nombre, antes de que el estío y el ocio lo borren. ¿Murega? ¿Lugala? ¿Demaga? Lo tengo en la punta de la lengua. -Beluga, me llamo Beluga- me dice ella, acercándome su lívida y fría piel recién salida del mar.

18.2.07

Abisal



Para terminar con lo de Yahoo! Respuestas.


La pregunta que había hecho era ¿Se dice 'la arena' o 'el arena? Como dije, recíbi casi al acto decenas de respuestas. Sin embargo, días más tarde hice dos preguntas más: ¿Qué es un ciclotrón? y ¿Dónde consigo información sobre la vida abisal (abismos del fondo marítimo)? No obtuve una sola respuesta. ¿Será que la primera pregunta que haces unos seres pagados por Yahoo te la responden para que te sientas bienvenido y te enganches con la página? Bueno, quizás mis preguntas eran poco interesantes.

11.2.07

Artichoke


Alcachofa


En la navidad del 2005 tomé esta foto, salida de una serie dedicada al "umbral" del mar, donde el ritmo de las olas es caos y danza. Tentativamente, la serie de fotografías se llama Alcachofa, porque para mi ensueño si una planta creciera en esta arena sería parecida a la alcachofa(fr:artichaut, eng:artichoke).